En la Chiclana que conocemos,  la pasada y la presente, como en cualquier 'cofre', habitan muchos tesoros; piezas que dibujan un territorio especial, atractivo... diverso. Piezas que le dan forman; que, cual puzzle, encajan a la perfección y hacen de ella un paisaje de mil y un sabores, de mil y una texturas, de mil y un colores.
Arenas doradas, pinares que acuden al encuentro del mar, torres almenaras que permanecen vigilantes, viñas de caldos sublimes, marismas infinitas, bodegas de aromas profundos y poblados de eternos sueños almadraberos dan vida e identidad a productos de excelencia.
Productos que, como sucede con los que se cultivan en los esteros, tienen la extraordinaria capacidad de atesorar lo mejor del mar y de una tierra de frontera, cuyo cultivo se remonta muchos siglos atrás.
Y es que esta, la de los esteros y, por extensión, la de las salinas, es una historia de fenicios y romanos; civilizaciones que, tanto en Chiclana como en el resto de poblaciones de la Bahía de Cádiz, dejaron una huella tan profunda como viva.

Asomados al océano, los esteros se antojan el cordón umbilical entre éste, el Atlántico, y las salinas. 
A ellos corresponde la necesaria tarea de alimentarlas de esas aguas de mar que, meses más tarde, con la complicidad del sol y los vientos de Poniente y Levante, 'pariran' sales naturales de extraordinaria calidad. 
Lagos de fondos fangosos, escasa profundidad, compuertas de madera y extensiones variables que, intencionadamente, fueron  construidas en torno a las salinas, dan vida a un mágico y rico laberinto natural.
Presentes a lo largo de gran parte de la historia de un territorio milenario, los esteros cobraron un impulso muy especial en la segunda mitad del siglo XX, cuando Chiclana de la Frontera se convirtió en una de las grandes industrias salineras: de sales que jugaban un papel trascendental para la conservación de alimentos. Papel que, eso sí, se fue difuminando con la invención de nuevos métodos de conservación (frigorífico).
Situación que mermó de forma notable la presencia de salinas (llegaron a existir más

de medio centenar), si bien los esteros se mantuvieron, proveyendo a los salineros y chiclaneros de productos únicos, extraordinariamente diferentes a los capturados kilómetros más allá, en aguas de la Bahía de Cádiz.
Tal y como se observa hoy, los esteros siguen siendo una destacada seña de identidad de Chiclana de la Frontera, de su territorio más 'pantanoso'.
Una seña de identidad que se proyecta en numerosos ámbitos, ya que a la extraordinaria singularidad de su paisaje, casi imperceptible en un horizonte de perfil suave, se une la extraordinaria riqueza de aves que atesora; fauna que encuentra en estos pequeños embalses su refugio ideal y, sobre todo, el alimento necesario para su supervivencia.
Eso, sin olvidar dos de sus mayores tesoros, la preciada sal, en cuyo cultivo juegan un papel determinante, y los pescados y mariscos de estero, auténticas delicatessen que deben sus extraordinarios sabores y texturas a las condiciones concretas que se generan en estos pequeños lagos de intensa salinidad a lo largo de las cuatro estaciones.

El despesque, en imágenes

Lánzate a saborear 
intensamente la experiencia

El CENTRO DE RECURSOS AMBIENTALES LAS SALINAS Y LOS ESTEROS Y PESCADOS DE MANGUITA TE INVITAN A DISFRUTAR DE LA MÁGICA LITURGIA DE LOS DESPESQUES Y, SOBRE TODO, DE LOS INTENSOS SABORES DE SUS PRODUCTOS 

Chiclana te ofrece la posibilidad de vivir y saborear intensamente las excelencias y experiencias de unos esteros que, tras la tradicional campaña de la sal, se entregan a la mágica liturgia del despesque.

Son días muy esperados por los amantes de los pescados de estero, que se viven de una forma muy especial en el Centro de Recursos Ambientales Salinas de Chiclana.

Centro de Recursos Ambientales 'Las Salinas'

El Centro de Recursos Ambientales Salinas de Chiclana se localiza en las salinas de Santa María de Jesús y ofrece una de las experiencias más completas en torno a las marismas y las actividades y riquezas que tienen lugar en ellas.

Oferta que, con el despesque y la degustación de los pescados de estero como acto central,  contempla la posibilidad de, a través del Museo de la Sal, adentrarse en la historia de este mágico entorno.

Periplo histórico que, mediante una gran cantidad de estímulos y herramientas relacionadas con las faenas del cultivo de la sal y el despesque, invita al visitante a adentrarse con todo lujo de detalles en el entorno de las marismas, en sus productos y, no menos importante, en la suerte que estos han corrido a través de los siglos.

Paisaje del Parque Natural Bahía de Cádiz que se muestra de forma excepcional desde el Mirador de las Salinas, ubicado en la parte alta de esta instalación y que permite observar con detalle ese extraordinario laberinto natural.

Llegados a este punto, los visitantes pueden disfrutar de diferentes experiencias relacionadas con el despesque, que contemplan itinerarios por los esteros, la distinción de los diferentes pescados que se cultivan en él, reconocimiento de las aves que los habitan, etc.

Asimismo y como colofón, el centro, su amplio y vistoso restaurante, ofrece catas de pescados de estero, con diversos cocinados. 

Experiencias que, tal y como hemos podido comprobar, cada vez son más demandadas por quienes hacen de Chiclana y su entorno destino de sus días de descanso. 

Esteros de Chiclana

Una información especial elaborada por el equipo de La Costa de Cádiz