Así es Tarifa, la perla más meridional de la provincia de Cádiz y Europa

Por admin
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Como se suele decir, nuestras madres las primeras, no hay dos hijos iguales; todos son diferentes y destacan por algo que los hace especiales, únicos. Eso le ocurre a nuestra provincia, con más de cuarenta poblaciones, todas distintas y singulares por algo.

Ese es el caso de Tarifa, que, a orillas del Estrecho de Gibraltar, nos ofrece la mirada más la mirada más meridional de Europa.

Llamada por los musulmanes Isla de Tarif, Tarifa nos regala una de las vistas más relajantes y espectaculares de la provincia de Cádiz, de su litoral. Esa que desde el emblemático Castillo de Guzmán El Bueno nos muestra África y el imponente Atlas tras una estrecha y transitada lámina de agua de azules intensos.

Salpicada de restos arqueológicos tan sublimes como Baelo Claudia o la necrópolis de los Algarabes y de playas de azules turquesa y láminas dunares paradisiacas como las de Los Lances Valdevaqueros; pasear por su centro histórico, ese en el que han dejado su huella fenicios, romanos, musulmanes y cristianos, es un extraordinario placer.

Recorrer sus calles es un placer para los sentidos

Casco histórico que, desde la histórica Puerta de Jerez, serpentea entre calles estrechas y encaladas, buscando el abrigo de los vientos y de aquellos que quisieron conquistarla. Calles llenas de encanto, empedradas, con floreados patios de vecinos y que, muy de vez en cuando, nos sorprenden con la belleza de monumentos como la iglesia Mayor de San Mateo, San Francisco y la de Santa María o el Mercado de Abastos, antiguo convento.

Recorrido que se produce entre confluencias de plazas (San Martín, Santa María, De la Fuente, San Hicio…) llenas de vida, alimentadas por una sugerente propuesta gastronómica y al abrigo de dos ‘hileras’ de murallas, la mayor, medieval, que rodea todo el casco histórico, y la más pequeña de origen musulmán.

Decorado de ensueño para quienes disfrutan de lugares con encanto, ideales para disfrutar de una jornada tranquila y dejarse llevar por las emociones, esas que cobran toda su magnitud en el Castillo de Guzmán El Bueno, mandado a construir por Abderramán III.

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