Es la puerta hacia la Ruta de los Pueblos Blancos y constituye una parada obligada en nuestro camino hacia la Sierra de Cádiz. Se trata de uno de los pueblos más peculiares de la provincia de Cádiz y también uno de los más conocidos internacionalmente.
Su casco histórico es un mágico laberinto de estrechas calles, varias de las cuales conducen directamente hasta la plaza del Cabildo, donde se encuentra el Balcón de la Peña, un espectacular mirador situado a casi 100 metros de altura y localizado justo arriba del no menos espectacular acantilado. Un fenómeno natural que, según dicen, se fue formando por la erosión que iba produciendo el río Guadalete a su paso por este bello rincón.
El Palacio del Mayorazgo, con su fachada suntuosa y herreriana; la Casa-Palacio García de Veas, construida en el siglo XVIII y con un bonito patio central desde el que se ordena todo, y la Casa-Palacio Matrera Abajo, con su fachada principal de piedra rematada por un escudo heráldico pétreoque corresponde al linaje García de la Zarza Real de Veas, son algunos de los muchos tesoros que puedes descubrir en una localidad que, si cabe, se muestra más espectacular en estos días de tonos grises.
Atractivos a los que se unen sus miradores (Cabildo, Abades, San Agustín y Peña Vieja) o su extraordinario Jardín Andalusí, en la parte trasera de la Casa-Palacio del Mayorazgo.
Destino al que tampoco le faltan atractivos como gastronómicos con propuestas tan sabrosas y acogedoras como las alboronías (a base de calabaza, tomates, cebolla, pimientos y garbanzos), los alcauciles rellenos, el exquisito ajo molinero (pan, ajo y tomate), la sabrosa ensalada de apio o los potajes, principalmente el de acelga.