Palacio de los Ribera, un paraíso para los sentidos

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De norte a sur y de este a oeste, la provincia de Cádiz esconde tesoros, huellas, que trazan itinerarios infinitos para quienes sienten especial pasión por la historia y cultura de los pueblos. Caminos que, parafraseando al ilustre Antonio Machado, se hacen (descubren) al andar y nos transmiten intensas emociones.

Veredas por las que desde hace ya algún tiempo nos aventuramos en www.laprovinciadecadiz.com con la única intención de, desde la experiencia propia, descubriros aquellos lugares, tradiciones, eventos, paisajes, gentes… que no os debéis perder.

Con ese objetivo, en esta ocasión nos dirigimos a Bornos, localidad situada en la Sierra de Cádiz, en esa ruta mágica que va desde la monumental Arcos de la Frontera hasta la sorprendente Setenil de las Bodegas, pasando por Espera, Villamartín, Algodonales, Olvera y Torre Alháquime.

Un viaje que nos conduce a uno de esos lugares en los que el tiempo parece haberse detenido, creando un microclima histórico que nos invita a viajar en el tiempo y relajar nuestra mente.

De origen árabe, el Castillo Palacio de los Ribera, refleja en sus distintos espacios el paso de la dominación árabe a la reconquista cristiana y el esplendor renacentista.

Este nos abre una de sus puertas a través de su espectacular jardín, el Belverede de Bramante de la Sierra de Cádiz (Jardín Histórico de Interés Cultural) que, en perfecta armonía, nos regala un paisaje de colores y aromas que despiertan todos y cada uno de nuestros sentidos.

Con el omnipresente tintineo del agua, elemento de vida que se hace presente en su espectacular fuente y en la  mágica alberca desde las que se proyecta el jardín, este camino de verdes intensos nos conduce a uno de sus grandes tesoros, su logia,  único inafronte pompeyano del siglo XVI que existe en Andalucía. Un espacio que nos atrae por su belleza y originalidad tras su reciente recuperación, que ha sido objeto de los premios Hispania Nostra a las buenas prácticas.

Seguidamente, pasamos al patio central de esta auténtica joya, en el que nos cautiva la belleza de su claustro con arcos peraltados y su galería superior, también con arcos. Un espacio al que, como sucede en el jardín, pone ‘banda sonora’, el agua de su céntrica fuente de mármol.

Este es uno de esos espacios en el que no bastan las palabras para describirlo, así que os animamos a visitarlo , no os arrepentiréis. Es más, estamos seguros que os enganchará. 

¡Que no te lo cuenten, vívelo!

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