Aceite de la Sierra de Cádiz, tradición y salud

Desde hace siglos, milenios, la Sierra de Cádiz, esa que ha sido tomada, adoptada y venerada por romanos, musulmanes… guarda un secreto, el gran elixir de una forma de entender la gastronomía, el hilo conductor de la preciada dieta Mediterránea.

Oro que se pinta en verde y que mana de los olivares, de esas líneas mágicas e infinitas que se han convertido en denominación de origen. Algodonales, Olvera, El Gastor, Setenil de las Bodegas, Puerto Serrano, Alcalá del Valle, Torre Alháquime y Zahara de la Sierra, de la provincia de Cádiz, y los términos limítrofes de Pruna, Algámitas, Villanueva de San Juan y Coripe dan vida a una denominación de origen labrada con mucho esfuerzo en montañas a las que se agarran olivos centenarios. Territorio olivarero, marcado por las huellas de una y mil almazaras.

Lechín, picual y hojiblanca son algunas de las variedades de aceitunas que se cultivan en los olivares gaditanos, haciendo posible una amplia y sabrosa variedad de aceites de oliva virgen extra que son puro zumo de oliva y referentes de las mejores cocinas.

GRAN VALOR NUTRICIONAL

No es solo su sabor, su olor o la rica cultura que lleva a su ‘espalda’ el aceite de oliva virgen extra, no. El aceite que se produce en Olvera y Setenil de las Bodegas, así como en el resto de poblaciones que conforman la Denominación de Origen Sierra de Cádiz, representa el corazón de la que está considerada como una de las dietas más saludables del mundo, la mediterránea.
No en vano, entre sus propiedades destaca la de mejorar los niveles de colesterol y ayudar a prevenir los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares gracias al que es su principal componente, el ácido oleico, que representa en torno al 60 y 80 por ciento de su contenido de ácidos grasos. Del mismo modo, el virgen extra contiene polifenoles, que ayudan a prevenir el deterioro cognitivo y la demencia, además de contribuir a una mayor longevidad.